Recuerdo cuando lo conocí, aún con la misma emoción de aquel día. Y luego, mi vida cambió.
Después de haber sentido la cosa más rara y hermosa que una persona puede sentir, todo comenzó a mejorar. Los días solitarios y desapacibles dejaron de atormentarme. La vida ya tenía sentido. Ya no me sentía solo y mis ganas de progreso eran casi manías descontroladas. Hasta ese día no había un alma que tuviese un mínimo interés en contentarme o hacerme sentir que a alguien en este mundo le importaba. Fue hasta ese entonces, cuando lo vi pasar.
Después de haber sentido la cosa más rara y hermosa que una persona puede sentir, todo comenzó a mejorar. Los días solitarios y desapacibles dejaron de atormentarme. La vida ya tenía sentido. Ya no me sentía solo y mis ganas de progreso eran casi manías descontroladas. Hasta ese día no había un alma que tuviese un mínimo interés en contentarme o hacerme sentir que a alguien en este mundo le importaba. Fue hasta ese entonces, cuando lo vi pasar.
Caminaba lento, con una postura casual. Su cuerpo delgado lo detallaba de una forma hermosa y acentuaba su peculiar forma de caminar. Miraba con ojos soberbios de negro perlado. El pelo no tan castaño le caía por encima de los hombros y lo hacía más hermoso aún.
Mi mirada se clavo en él, y una sensación inquietante se hincaba en todos los nervios de mi cuerpo.
Fue entonces cuando mi corazón golpeó y golpeó, y desangró. Morí, pero en ese mismo instante volví a nacer.
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